La ilusión de un espejo roto

La ilusión de un espejo roto
Y pensaron que sabían lo que veían. Pero sólo era un reflejo

jueves, 28 de octubre de 2010

Pronto, muy pronto. Otro paseo por mi mente

El silencio envuelve mis pasos. Un corredor vacío, oscuro, suelo de madera y cuadros, grandes óleos colgados en las paredes. Caras de personas muertas, personas que seguramente hace mucho tiempo que están muertas, al menos muertas para mí. Las olvidé, las decidí olvidar tal vez, o quizás nunca las recordé. Rostros que te miran acusadores. "Me olvidaste" parecen gritar. "Aún me recuerdas" te susurran algunos de ellos. Además de caras de personas muertas, muertas para ti, hay caras de personas que aún están presentes, demasiado presentes tal vez, personas que preferirías olvidar, no haber conocido nunca mejor.
Caminas por el corredor de tus pensamientos. Pasos silenciosos los tuyos, silencio sepulcral a tu alrededor. Caminas por el corredor de los rostros muertos, de los que están vivos aún, de los que importan y de los que no.
Caminas despacio. Llegas a una puerta de madera. Es grande, más bien enorme. Sabes lo que vas a encontrar detrás, mas aún así vacilas en la entrada. Tu mano tiembla a tomar el pomo. 
Lentamente abres el portón. No hay luz dentro, así que tomas una antorcha de la pared. Entras en la nueva sala. A pesar de saber lo que vas a encontrar, tus piernas tiemblan como la primera vez que lo viste, la primera vez que lo sentiste.
Al fondo, otro cuadro, más pequeño que los que había en el frío corredor. Está al fondo del gran habitáculo. Es lo único en toda la habitación que está iluminado. El cuadro es en tamaño natural. Se trata de un varón. Tendrá unos 18 años. Sabes que es alto, ya has estado a su lado más veces, pero desde la distancia es pequeño. El cabello negro le tapa parcialmente la cara, cayendo por los lados en suaves ondas que enmarcan unos preciosos ojos marrones. De estos ojos desciende graciosamente la nariz. No es ni grande ni pequeña, tiene el tamaño justo. Al final del todo sus labios. Sabes que no está sonriendo, nunca está sonriendo cuando llegas, a pesar de que desearías que así fuera. Te encanta su sonrisa, es dulce y hace que te quedes mirándola embobada.
Te paras antes de llegar a la tarima en la que se encuentra. Aún no eres capaz de apreciar el cuadro entero, mas lo has memorizado en tu cabeza. Lleva una camiseta negra, siempre negra y unos vaqueros oscuros. Le sienta genial el color oscuro, la verdad que resalta con su piel clara. Su cuerpo adopta una posición algo tensa y sus brazos están cruzados sobre su pecho. Esperas a llegar un día y encontrarlo en otra pose, pero siempre es así, aún así no pierdes la esperanza de llegar y ver que está con la mirada perdida, en lugar de mirando a la puerta, como esperando a que llegues. Esperas verle apoyado en uno de los laterales, con una pose despreocupada y las manos en los bolsos. Esperas que se aparte un mechón de la cara y mire hacia ti, que sonría. Mas nunca lo hace, siempre está en la misma pose... siempre la misma...
Al fin te decides a continuar la marcha. Posas delicadamente tu pie descalzo en el primer escalón. Impulsas tu cuerpo y pasas tu otro pie al segundo. Después al tercero y último y das cinco pasos más hasta quedarte a un metro del cuadro.
La pose de la figura ha cambiado, ahora no mira a la puerta, te mira a los ojos. Ha descruzado las manos y ha dado un paso a delante. Tú te aproximas también. Levantas una mano, la derecha y él hace lo propio con la izquierda. Sientes el frío tacto del cristal. Sólo os podéis ver a través de un espejo, una pantalla, una cámara, lo que sea.
Levantas tu otra mano y la pasas por su cara. Una caricia ficticia a través del vidrio. Cierra sus ojos para poder sentir el recuerdo de tus dedos acariciando su piel. Mas pronto, muy pronto será ya real, pronto, muy pronto no habrá ningún cristal, ningún espejo, nada de por medio. Tu piel, su piel, pronto, muy pronto.


Soñadores, os pongo aquí otro paseo por una mente oscura y extraña para mí, la mía propia.
Tal vez el motivo por el que siempre me haya atraído la psicología y esté estudiando esa carrera es precisamente esto, quiero comprenderme, saber cómo funciona mi cabecita. Además es un reflejo de mis deseos, que pronto, muy pronto dejarán de ser un sueño y serán reales.

1 comentario:

  1. pfffff. Yo que sé...la verdad es q son unos pensamientos peculiares, es como si estuvieras paseando por el louvre oscuro de la conciencia. Miedo a reencontrarte con sentimientos olvidados? Hay que arrojar un poco de luz sobre tanta oscuridad, eh?

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