La ilusión de un espejo roto

La ilusión de un espejo roto
Y pensaron que sabían lo que veían. Pero sólo era un reflejo

lunes, 25 de octubre de 2010

Otoño

Cae suavemente desde el árbol. La fría brisa otoñal la balancea de un lado a otro. Parece un ala delta aprovechando las corrientes de aire caliente.  Despacio cae. Parece que nunca llegará al suelo. Realiza piruetas en el vacío aprovechando las ráfagas que hay en el ambiente. Unas la elevan, otras hacen que caiga más hacia la derecha. Vuelve a elevarse. Cambia de dirección. Realiza un tirabuzón en el aire. Cae. Vuelve a subir. De nuevo cae. Se va acercando lentamente al suelo, aunque parece que nunca va a llegar. Da una voltereta en el aire y de nuevo se inclina a la derecha. Cae hacia la izquierda. Sube, baja, derecha, izquierda, voltereta hacia atrás, hacia delante, tirabuzón a la derecha, a la izquierda. Un giro de 360º que la vuelven a dejar en la misma posición. Se acerca aún más al suelo. Unos centímetros. Medio metro. Cae con gracia desde esa altura, sin dejar en ningún momento de realizar este grácil baile en el aire. El viento se acalla cuando está a punto de tocar tierra.
Cae. Por fin llega al suelo. Pasa a formar parte de una alfombra marrón, rojiza y ocre que es el suelo. Muchas antes que ella han caído y ahora forman parte del bonito paisaje. Un camino en el bosque, lleno de árboles, hojas caídas. El otoño ha llegado.
Bueno mis queridos soñadores, tenía ganas de hacer esta entrada. Supongo que habéis comprobado que me gusta mucho el otoño. Es una de mis estaciones favoritas. Me gusta porque la temperatura es suave. Hace algo de frío, pero no demasiado, lo justo para que con una chaqueta y tal vez un abrazo puedas quitarte el frío del cuerpo. 
Me gusta además que todo esté pintado de esos tonos marrones, rojizos, ocres, amarillentos y naranjas. Me gusta ver como caen las hojas de los árboles, lentamente, en un grácil baile con el aire. Es bonito sentarse en un prado lleno de árboles y ver como estas caen al suelo. Me gustan especialmente las hojas grandes, esas de arce y similares, es realmente bonito. Además me gusta cuando el suelo queda alfombrado con ellas. Oír como crujen cuando caminas por la calle, sentarse sobre ellas. Tumbarse y sentir las hojas blandas en la espalda. Ver como el árbol se va quedando desnudo y esas hojas caen sobre tu cara, sobre tu cuerpo, llegando al suelo y comenzando a formar parte de esa alfombra. 
Me encanta el otoño. Marrón, rojizo y ocre.

1 comentario: