La ilusión de un espejo roto

La ilusión de un espejo roto
Y pensaron que sabían lo que veían. Pero sólo era un reflejo

domingo, 26 de enero de 2014

Frío

Iba caminando tranquilamente por la calle. Llovía, pero no le importaba lo más mínimo. De hecho, le encantaba. No era una lluvia fuerte, este tipo de lluvia que te agrada. Sentía como le mojaba la cara mientras caminaba. Su chaqueta había perdido totalmente su color original y era unos tonos más oscuros. Estaba empapada. Hacía frío también. Es lo que tiene el invierno. Pero esto tampoco le importaba. Ya no sentía absolutamente nada. En ninguno de los aspectos que os podáis imaginar. No sentía el frío. No sentía temor. No sentía ni siquiera su propia existencia. Es posible que, realmente, ni siquiera sintiera la lluvia en su piel. Siguió caminando por la acera. En un punto se desvió del camino. Era una suerte vivir en un pueblo pequeño con un bosque a 5 minutos de la salida. Entró en el bosque, rozando lentamente con la yema de los dedos los troncos de los árboles. Algunas ramas bajas dejaban caer la nieve al contacto con su cuerpo. Finalmente llegó al río. El punto en el que estaba del río dejaba una caída leve hasta el agua. Se sentó en el borde, dejando colgar las piernas. Las balanceaba. En un instante, desapareció totalmente. Perdió toda la consciencia que le quedaba de su propio ser. Cuando la encontraron, tenía escarcha en las pestañas.
 

domingo, 19 de enero de 2014

Tic-tac

Tic-tac. Silencio. Tic-tac. Unos pasos. Tic-tac. Golpe sordo. Tic-tac. Grito. Tic-tac. Pasos a lo lejos. Tic-tac. Rojo carmesí. Tic-tac. Silencio.

jueves, 16 de enero de 2014

Se puso en pie. Empezó a hablar, aunque aún le temblaba la voz. Poco a poco fue tomando fuerza. No es que fuese un gran discurso, no es que fuese una gran narración. Simplemente era lo que pensaba. Lo habían pisado, lo habían martirizado, lo habían menospreciado, pero, por última vez, se levantó. No les recriminó a los que le habían tirado al suelo. Ni a los que no le habían ayudado a levantarse. No les recriminó nada  nadie. Solamente se recriminó a sí mismo no haber tenido valor para hacerlo antes. No haber tenido valor para enfrentarse a sus miedos. No haber tenido valor para pararles los pies a esos hijos de puta que no paraban de meterse con él. Pero al fin lo tenía. Todos ellos se encontraban ahora a sus pies. Temblaban como hojillas en medio de un huracán. Cuando terminó su discurso, sonrió. Después todo fue un gran estruendo. Ruido, gritos. Finalmente, calló. Un montón de cuerpos amontonados, unos sobre otros, un gran charco rojo. Un amasijo de carne y lágrimas.
Al fin y al cabo no son las armas las que matan, sino las personas. Algunos están muertos por dentro y cometen estas locuras.

lunes, 6 de enero de 2014

Y miras atrás y te das cuenta de que esas personas que supuestamente te conocían, que se suponía que sabían como eras, no tenían ni puta idea. Me he dado cuenta de que personas con las que traté mucho, mucho contacto, muchas conversaciones, muchas cervezas encima de la mesa, compartiendo la misma botella, sólo han sido capaces de ver la parte más superficial de mí. Sin embargo, parece que hay personas que con una sola mirada han sido capaces de ver mucho más profundamente dentro de mi ser que las otras.
Me decepciona que esas personas no sean capaces de verme realmente, aún después de tanto tiempo. No he cambiado a penas, al menos en lo más básico. Hay una parte de mí que no tiene nada que ver con lo que yo era antes, pero esa no importa en este aspecto. En lo más básico, en lo profundo de mi ser, sigo siendo la misma. Pero TÚ no me conoces, al menos parece que no me conoces. Sigo siendo exáctamente la misma persona que unos meses atrás, así que eso quiere decir que no me conocías. Habláis de mí, me criticáis, me tratáis de dañar, pero sin saber quién soy. Y yo os pregunto, ¿acaso sabéis quién sois vosotros? ¿Acaso sabéis quién son vuestros amigos? ¿Acaso conocéis a la persona que está a vuestro lado? Ellos no sé, pero estoy segura de que TÚ no, porque si no has aprendido a conocerme con todo lo que pasamos, no vas a poder conocer a nadie más allá de la imagen que TÚ quieras tener de esas personas.

jueves, 2 de enero de 2014

Sombras

Vas caminando por la calle tranquilamente. Miras a la gente a tu alrededor, pero sólo ves sombras. Unas son más nítidas y otras más borrosas, pero ninguna es real. Esas sombras más nítidas te saludan. No distingues su rostro, sólo una silueta vaga que a penas te idica si es hombre o mujer, adulto o niño. Son manchas de colores. Te ven y te paran, te dan dos besos, un abrazo, te hablan, te preguntan qué tal. Te tocan el hombro y te dicen que a ver cuándo quedamos. Su voz también es vaga, a penas la oyes, sólo intuyes lo que crees que te han dicho. Después están las otras, más difusas. A penas ves su silueta. Son sombras oscuras. Algunas de ellas también te saludan. Un uraño "hola" un movimiento de la mano, alzan una ceja. Las más coquequetas te lanzan una sonrisa. Pero nada más. No son reales. No las ves.
Vas caminando por la calle entre las sombras, buscando algo que sea real, porque esas sombras, más nítidas o más difusas, son sólo imágenes, son sólo representaciones de algo que, tal vez, en algún momento fue real. Pero ya no lo son. No tienen ningún sentido. En un momento te giras, crees ver a alguien, no una sombra, a alguien real. Pero desaparece. Estás seguro de haberlo visto. Lo persigues, pero no lo encuentras. Buscas y buscas, pero puede que ya no sea real.
Vas caminando por la calle y poco a poco te das cuenta de que hay menos sombras nítidas, cada vez son más las difusas. Te pierdes en un mar de niebla en el que apenas hay luces. Sigues buscando alguien que sea real, ese alguien que estás seguro que has visto, pero no lo encuentras. Desistes, porque parece no tener sentido. Aquellas pocas sombras nítidas que veías se van volviendo más difusas. Poco a poco van desapareciendo.
Vas caminando por la calle y sólo ves sombras grises, no ves ya ninguna silueta, ningún color. Poco a poco te vas dando cuenta de que estás solo. Poco a poco, esas sombras más nítidas, esas sombras que evitaban que hicieras locuras demasiado peligrosas, van desapareciendo. Hasta que no queda ninguna y ya no tienes ninguna excusa que te ate a este plano. Porque no has encontrado a nadie real y aquello que se asemejaba a la realidad, aquellas sombras más claras, aquellas sombras más nítidas desaparecen. Y de repente, estás totalmente solo, a la deriva en un mar de niebla en el que no ves nada delante de ti.