La ilusión de un espejo roto

La ilusión de un espejo roto
Y pensaron que sabían lo que veían. Pero sólo era un reflejo

sábado, 30 de octubre de 2010

Halloween

Te despiertas entre fríos sudores. Una pesadilla. Una terrible pesadilla.
Aún tiembla todo tu cuerpo, ha sido demasiado real como para haberse tratado de un mero sueño... Aún sientes el frío en todo tu cuerpo... La sensación de unos ojos clavados en tu espalda...
Estabas en tu cama, tranquilamente, cuando de repente unos ojos rojos se plantaron delante de los tuyos. Una piel pálida los sostenía. Pelo negro y enmarañado. Una cruel mueca en sus labios que imitaba a una sonrisa. Sus dientes afilados parecían amenazadores. No sabrías decir si era hombre o mujer, era algo demasiado abstracto como para especificar, además tú no podías apartar la vista de esos ojos rojos... Eran hipnotizadores...
Su boca se abrió y cuando iba a hablar desapareció de delante de ti. Un frío terrible recorrió tu espalda, seguido de un dolor infernal. Unas uñas se clavaban a lo largo de toda tu columna. Una voz infantil susurraba a tu oído "Sólo tú puedes oírnos" con un tono cantarín.
Frío.
De repente esas uñas que se clavaban en tu espalda aliviaron su presión. Te giraste en tu cama para tratar de incorporarte. La habitación estaba totalmente a oscuras. No había ojos rojos. No había nada... sólo esa fría presencia en tu espalda... De repente notaste que algo en tu cuerpo se movía. El frío pasó de tu espalda a tu cuello. Unas manos fuertes lo agarraban. 
Te elevaron sobre tu cama con rudeza y te lanzaron contra la pared del fondo. Sangrabas por la boca a causa del golpe que habías recibido. Oías gritos aterradores, llorabas de terror. De nuevo esa terrible voz infantil hablando en tu oído, cantarina... "ahora va a por ti, no podrás escaparte...". El temor caía por tus mejillas en forma de lágrimas, la sangre de tu boca era salada al contacto con tu lengua. Pero lo peor de todo era el frío, ese terrible frío. 
De nuevo esos horribles ojos rojos delante de los tuyos. Una mano huesuda y blanquecina se acercaba a tu cara. Metió los dedos en tu boca... acarició tu lengua con sus grimosas manos. Te entraron nauseas. Era una sensación terriblemente desagradable tener una mano que parecía haber muerto hace... siglos... metida dentro de tu boca, acariciando tu lengua, tus dientes. Sus negras uñas se clavaban en tu lengua a cada paso y sus huesudos dedos tocaban tus dientes rozando tus encías con crueldad. De repente su índice y su pulgar se posaron en una de tus muelas, haciendo una forma de pinza, y la arrancaron sin piedad. 
Tus encías sangraron y tú te encogiste sobre tu propio cuerpo, mas ese espectro que se encontraba frente a ti te obligó a estirar tu cuerpo y volver a sentarte con la mano que le quedaba libre y una extraña fuerza que no sabías de dónde había sacado. Sostenía en su otra mano, entre sus dedos, tu muela. Esos ojos rojos ya no estaban clavados en los tuyos, sino en el molar que te acababa de arrancar. Abrió brevemente la boca y sacó una lengua larga y afilada, partida a la mitad por el centro. La acercó a tu muela y empezó a chuparla. Enrolló su sinhueso a su alrededor y como un sapo se la metió el la boca y comenzó a masticarla con sus afilados dientes. Acercó su boca a tu oreja. Oías el crujir de las tabas como un ruido atronador cerca de tu oído. Las arcadas hicieron que tu cuerpo entero se estremeciese de la repulsión que te causó esa cacofonía. 
Su mano volvió a meterse en tu boca. Uno a uno fue arrancando todos tus dientes y siguió el mismo proceso que antes. 
Cuando hubo terminado, acercó su boca a la tuya y sacó la lengua y la introdujo entre las sangrantes encías. La pasó por la sangre, metiéndola y sacándola, saboreando el líquido viscoso y carmesí. Su lengua se introdujo dentro de ti... tan dentro que llegó hasta tu estómago. Podías sentir el repelús de ese extraño... miembro pasando por tu esófago, removiéndose en tus entrañas...
De repente desapareció de nuevo. Sangrabas por la boca. Todo tu cuerpo estaba dolorido. Trataste de levantarte, pero una extraña fuerza te mantenía sujeta a la pared. Llorabas de terror y tratabas de alejarte. No podías. Tu cuerpo estaba como pegado al frío tabique y por muy fuerte que trataras de empujar tu cuerpo, este a penas se movía unos milímetros hacia adelante justo antes de volver a caer pegado a la pared. Por fin esa fuerza pareció aflojarse y caíste lejos del muro sobre tus rodillas.
Hacía demasiado frío, incluso para esa época del año. Unas garras afiladas acariciaron tu nuca. Tu cuerpo se estremeció de la cabeza a los pies y se te puso la carne de gallina. Lentamente giraste tu cara cuando dejaste de sentir esa leve presión para ver lo que había. Nada. Sólo la oscuridad. 
Te levantaste lentamente y te apoyaste en tu cama. Notaste algo frío. Tu cuerpo tendido en ella. Tenías la cara deformada. Tenías unos dientes que parecían estar podridos, negros y afilados y tus encías estaban llenas de heridas. Tus ojos estaban cerrados. Tu estómago estaba abierto en canal y todas tus tripas estaban esparcidas por encima de las sábanas y parecía que unas alimañas se hubiesen alimentado con ellas. Tus piernas y tus brazos estaban totalmente magullados y llenos de hematomas y arañazos, como si alguien hubiese pasado un rastrillo por ellos. Estaba en un estado muy avanzado estado de putrefacción. Su piel había tomado ya un tono más bien blancuzco.
Repentinamente tus ojos se abrieron. Bueno, tus ojos no, los ojos del cuerpo que eras tú y se hallaba en la cama. Contemplaste horrorizada como sus cuencas estaban bacías. Abrió más la boca y contemplaste que no tenía lengua. Un ruido infernal trató de salir de sus labios, pero no podía hablar. 
En un instante viste su rostro a un par de centímetros del tuyo. Sus manos sujetaron tu cara en el instante en el que tú gritabas. Te arrancaron la lengua en un santiamén y se la metieron en la boca. Parecía encajar a la perfección y ahí se quedó clavada, con un corte longitudinal en el centro por culpa de las uñas al sacarla a la fuerza. 
Unos dedos se acercaron a tu ojo derecho. Metió el índice en la parte de arriba, apartándote previamente el párpado con sus negras y putrefactas uñas. Después introdujo el pulgar en el lado inferior, siguiendo el mismo proceso que antes. Sus garras se clavaron profundamente alrededor de los nervios y los retorcieron hasta que se rompieron. Con tu ojo izquierdo, que aún conservabas pudiste ver cómo se lo colocaba en la cuenca vacía. Su iris ya no era marrón, sino que había tomado un temeroso color rojo. Su pupila no era más que un pequeño puntito negro rodeado de un mar de sangre carmesí. Después de un instante, hizo lo mismo con tu otro ojo.
No veías nada. No tenías ya ninguno de tus ojos. Sentiste como unos fríos brazos te alzaban y te tumbaban sobre la fría cama. Su piel era viscosa y blanda. Parecía que tenía gusanos moviéndose por su interior. Sentiste unas zarpas que abrían tu estómago en canal. Esas garras se movían entre tus entrañas. Un aliento cálido sopló por debajo de tu ombligo. Oíste cómo una bestia comía. Sentiste unos dientes en tus entrañas, comiendo ávidamente tus vísceras. Te retorcías de dolor. Era horrible. Estabas asustada, aterrorizada. Veías la muerte cerca, muy muy cerca, pero no lo suficiente como para que te librara de ese dolor... ese temor... 
De repente dejaste de sentir todo. "Por fin estoy muerta" pensaste. No era así. Abriste los ojos y te incorporaste en tu cama sobresaltada, a la velocidad del rayo. Palpaste tu cara, tus ojos, tus dientes, tu lengua, tus brazos, tus piernas, tu estómago y todo tu cuerpo. Estaba intacto, sólo había sido un sueño.
Después de eso te volviste a acostar. Te tapaste con la manta y diste la espalda a la puerta, mirando a la pared, como siempre duermes. Todo había sido un sueño, nada más que un sueño... o no...
Pobre ilusa, dormida entre las mantas no viste como unos ojos rojos acechaban por detrás de la puerta... 
Pero ya era demasiado tarde... esos ojos habían comenzado a moverse... acercarse... sus manos habían empezado de nuevo con su tarea...


Feliz Halloween soñadores, espero que os guste este pequeño homenaje que he hecho a esta fiesta (que no es una americanada y al que lo diga le pienso cortar los huevos, orejas o lo que me apetezca) y que lo paséis muy muy bien. También espero que ningún espectro os aceche detrás de la puerta, en el armario, debajo de la cama o simplemente en vuestros complejos, vuestros miedos, vuestros sueños o qué coño, en vosotros mismos.
Lo dicho, feliz Halloween, que lo paséis muy bien y si no sabéis sus orígenes, buscadlos, son realmente interesantes (sí, adoro la cultura celta jajaja)
Hasta la próxima soñadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario