La ilusión de un espejo roto

La ilusión de un espejo roto
Y pensaron que sabían lo que veían. Pero sólo era un reflejo

domingo, 28 de noviembre de 2010

Can

Miro al cielo. No hace un mal día, no llueve, a diferencia de esta mañana. Sinceramente, me duele la cabeza y tengo frío. Hace frío.
Tengo ganas de escribir algo, pero no sé que escribir. La inspiración no está hoy por la labor, así que describiré lo que veo. Tuna, la perra de mi prima, un labrador color arena que hará dos años en Marzo, una pequeña vaca burra de lo más inquieta, está corriendo por el salón de mis tíos, cogiendo todo lo que está a su alcance. El balón pinchado de football, mi playero, la bota de mi prima... Mietras mi prima trata de decirdir si vamos a ver la película de esta noche del festival de cine de Gijón. Miramos de que va mientras una pequeña bestia pasa por debajo de la mesa y choca contra mis piernas. Al final iremos,la película parece interesante.
Mi tía ve la tele mientras discute con Tuna para que deje de coger las cosas. Un Viernes tarde de lo más normal, quizás lo único distinto es la hiperactividad del joven can color arena.
Bueno, parece que mi inspiración se ha despertado un poco, así que seguiré molestandoos un poco más.
Un perro salvaje va corriendo por el bosque. Los árboles se interrumpen en su camino, pero los esquiva con soltura y una gracilidad propia de la experiencia y la adaptación a ese medio. No hay predadores cerca. Es el rey de esa zona. Ningún otro rival, nada. Busca caza para el resto de la manada, es un duro invierno y escasea la comida. Parece que muchas de las crías no sobrevivirán si no consiguen alimento pronto. Corre hasta un claro cercano. Varios machos más siguen sus pasos, pero no tienen la gracia de sus patas al pisar el suelo. No conocen el terreno tan bien como él, para algo es el líder, el macho alfa. Tres machos jóvenes van en la retaguardia, tienen más fuerza, pero son más torpes y sus patas no paran de encontrar obstáculos en el camino. Dos machos adultos y el macho beta siguen de cerca al perro salvaje. Ninguno le iguala en belleza ni magestuosidad. El pelaje pardo y los colmillos blancos, unos ojos marrones con la mirada inyectada en sangre. Buscan comida, saben que les queda poco tiempo, si sigue así la mitad de la camada no podrá sobrevivir. Siguen el rastro de unos ciervos. Los alcanzan y consiguen separar del grupo a un par de cervatillos. Los guían lejos del resto a un claro donde les será difícil escapar. Los acorralan y los atacan. El macho alfa se tira al cuello de uno, mientras dos de los otros machos atacan a sus patas. El resto se encargan del otro. 
Los cuerpos de las dos criaturas yacen en el suelo. Se disponen a la retirada para llamar a la manada. Han de quedarse guardando las presas, están demasiado débiles como para cargarlas. El macho alfa, el macho beta y los dos adultos quedan a custodiar sus presas de las bestias. La caza no ha sido demasiado, pero servirá para alimentar a la pequeña manada.
Caminan los cuatro perros en círculos. De repente el macho beta se para en seco. Se gira hacia el líder de su manada. Salta sobre él. Le muerde en el cuello. Pronto los otros dos machos se unen al ataque. Pobre y hermoso perro mío, no viste llegar tu final. Le muerden con fuerza en el cuello, las patas y en todo su cuerpo. La manada tiene ya nuevo líder y el antiguo trata de alejarse moribundo de los otros perros, mas estos no le dejan. Le atacan de nuevo. Ha muerto mi maravilloso can.
Espero que os guste soñadores, la vida es cruel, estamos destinados todos a ser vencidos por otros a los que seguramente hemos enseñado y hemos mantenido a nuestro lado.

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