La verdad que hacia una eternidad y media que no me pasaba por aquí. Y la verdad, si os soy sincera, no lo eché en falta lo más mínimo. Supongo que el no tener nada que decir ayuda a "desengancharse" del blog. El no tenr nada que decir y la falta de inspiración.
Pero hoy... es distinto, llevo un día extraño, un día gris, un día melancólico, algo que, por otra parte, no desentona demasiado con mi forma de ser. Y yo me pregunto, ¿en qué se diferencia hoy de los demás días? ¿Por qué hoy estoy así, pensativa melancólica? Pues sinceramente, no tengo la menor idea, al fin y al cabo es un jueves tan normal como cualquier otro. He madrugado, me he vestido, me he peinado, he ido a los alsas para venir a Ovedo.
Supongo que todo empezo el miércoles por la noche, hay conversaciones, palabras y frases que de por sí no tienen demasiada importancia, pero en los labios de un alguien concreto nos trastocan más de lo que nos gustaría admitir. Nada del otro mundo, una conversación como cualquier otra, pero sin darme cuenta se fue colando en mi alocada cabecita y me ha dejado pensativa.
Estaba yendo a Oiedo en el alsa, como antes dije, cuando de repente una canción hizo que un pensamiento se colase. No un mal pensamiento, uno cualquiera, pero llevo a otro y a otro más. Resultado, me acabé acordando de cierto alguien, que por otro lado no consigo sacarme de la cabeza, pero esta vez de forma distinta y por primera vez tuve miedo. No un miedo físico e irrefrenable, sino un miedo tonto, un miedo al futuro próximo. ¿Y si las cosas salen mal? Me dio miedo ese pensamiento. Otros pensamientos se agolpaban y deseaban salir a la luz. Pensamientos que pensé que hacía mucho que se habían ido, pero sólo estaban guardados en una cajita y acabaron por salir.
Llegué a la conclusión de que nunca se me dio bien superar las cosas. Nunca se me dio bien olvidar ni sacar a la gente de mi cabeza. Bueno, depende a qué gente, la gente que no sale de mi cabeza es gente que me absorbe, que me atrapa y después no sale.
Primero pensé en una de esas personas. Ya me acostumbré a convivir con él, pero al fin y al cabo lleva ahí metido mucho tiempo. Es una rutina, le saludo, le doy un beso en la mejilla y después dejo que haga lo que quiera. A veces vuelve a aparecer, y le sonrío, otras viene con una anción y otras simplemente no viene.
Después hay otras dos, pero esas a penas pasan por mi cabeza, sólo en momentos contados, detalles tontos que me hacen recordarlas
Pero no es lo mismo con esa otra persona, la que ha invadido mi mente, la que no sale ni a patadas. Esa no me da ningún respiro. No me acostumbré a convivir contigo aún y, sinceramente, no creo que lo haga. Él me saluda y yo también, le doy un beso, pero después no se va a hacer lo que quiera y me deja en paz. No, en su lugar se pasa todo el rato en mi cabeza, ahí como un mordaz cazador que no deja de vigilar a su víctima ni por un momento. Está ahí, cantándome en la música, viéndome en los cristales, saludándome en las nubes, sonriendo maliciosamente en las fotos, riéndose en las carcajadas, hablándome en las letras incoherentes de un teclado estropeado. Está ahí, en mi mente, sin salir.
No lo sé, es algo que puede conmigo, simplemente algo demasiado fuerte como para superarlo...
No soy capaz de convivir así contigo en mi cabeza, no dejas de recordarme que existes...
Por último, unas canciones que me gustan y suscitaron todo esto.
Por último, unas canciones que me gustan y suscitaron todo esto.
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